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Dev Hábitos de Vida

Zapatero a tus zapatos y no te pongas a lidiar con ningún MacBook Air

Esta podría ser la próxima historia que salga en la «Rosa de Guadalupe», que si uno lo piensa, no es mas que un reciclaje de «Mujer Casos de la Vida Real», que a su vez es un reciclaje de «Corin Tellado», que no solo era un programa de televisión, sino una señora que realmente se llamaba María del Socorro Tellado López y que se dedicaba a… bueno, eso no importa. Mejor comencemos con la historia:

Esta historia se llamará «Los infortunios de la Diligencia». Ya se darán cuenta por qué. Mi nombre es Mario y soy un simple programador, de lo más anodino y normalito del mundo. Un día, por azares del desarrollo de aplicaciones móviles, llegó la hora de subir una app al AppStore, que es como el Google Play, pero pa los que tienen Iphone. Después de hacer lo que me correspondía, a Apple se le ocurrió que para poder publicar la aplicación hacía falta instalarla en un dispositivo físico y grabar un video de la funcionalidad.

Como en mi humildad no tengo un dispositivo físico (ni deseo alguno de conseguirlo), le recomendé al cliente alquilar un equipo que cumpliera con las especificaciones técnicas y poder ejecutar el asunto a la mayor brevedad. El asunto comenzó cuando el cliente propuso que podría evitarse ese gasto y buscar acceso a un equipo en el que pudiéramos llevar a cabo la tarea. OK. Es natural. Cómo están las cosas todos queremos reducir los gatos al máximo. Y abiertamente diré que ese no fue el error, el cliente está en todo su derecho de buscar opciones y economizar. El error fue haberme puesto, en nombre de la diligencia y de resolver el problema, a lidiar yo mismo con estos equipos, tratando de actualizarlos e instalar el software que necesitaba para hacer la tarea. Méndigo lambón que soy.

El primer candidato, un MacBook Pro de buen talante, parecía que resolvería el problema rápidamente después de un par de actualizaciones. ¡Oh! ¡Sorpresa! Resultó que el equipo no permitió instalar lo que necesitaba (Xcode), porque el modelo del equipo no soportaba el sistema operativo que soporta el software (Suspiro).

Y si usted alguna vez ha renegado porque su Windows se ha demorado actualizando y durante esa espera soñó, sentado en su escritorio, con tener un Mac, déjeme bajarlo de esa nube. Las actualizaciones en esta vaina son lentísimas. A esto súmele todo el tiempo que me gasté yendo y viniendo, para tener que irme con la cola entre las patas. Bueno, aunque por lo menos la hija del jefe ya tiene su MacBook Pro actualizado.

Mi segundo encuentro fue con un MacBook Air, que me da escozor y escalofríos de solo recordarlo. Respaldar 6 Gigas tardó unas 5 horas (cómo te extrañé Linux) y cuando por fin comenzó la actualización (obviamente eso no fue el mismo día), se demoró una hora y media descargando antes de poder continuar. Después de esperar casi media hora más a que corriera el proceso de actualización, y cuando apenas faltaban 4 minutos para terminar, ¡Zuácate! (así se le dice a un puñetazo en Chile) ¡A mansalva!, el muy maldito me agarró descuidado y con la guardia baja y se apagó. Se murió. Pantalla negra. Ya. Nada más. Porque sí. La hija del jefe esta vez no quedaría tan contenta.

No crean. Yo traté. Sendos tutoriales encontré en internet y en cada uno ofrecían una solución distinta para esto. Lo intenté. Incluso las del tipo: crtl + cmd + option + P + R + botón de encendido, durante 7 segundos y después durante setenta veces siete, pero a la luz de la luna llena y con el computador untado en la sangre de un carnero sacrificado.

Terminé por darme por vencido. Maldito seas Apple, tu y toda tu sarta de aparatejos hipsters sobrevalorados.

Mas el punto no es ese. El punto es que yo soy un programador. Un programador que debería estar sentado programando. No soy el soporte técnico del cliente y no debí ponerme a actualizar esos equipos. Mi responsabilidad llegaba hasta informarle a cliente que para poder publicar la app había que atender esa solicitud especial que hacía la AppStore y que el asunto requería un equipo con determinadas características. Y que si no tenían, podía alquilarse.

Lo único que logré fue perder un montón de horas en tareas que no me correspondían… y dañarle el portatil a la hija del jefe. Pa’ terminar de ajustar, jueves, víspera de viernes festivo, a las cuatro de la tarde y el soporte técnico nunca recogió el equipo. ¡Me lleva!

¡Háganse un favor! Yo se que uno quiere ayudar. Yo se que uno quiere ser diligente y contribuir a que el asunto avance y se resuelva. Uno quiere ser «Pa’ las que sea». Pero mídase. No deje que su propia diligencia lo ponga a hacer cosas que se salen de su campo, que lo ponen a gastar su tiempo en asuntos para los que no es productivo. Eso no es bueno, ni para usted, ni para el cliente. Eso no le va a ahorrar plata al cliente y, si eventualmente lo hiciera, es muy probable que no se la esté ahorrando a usted. Es mejor ponerse sincero y recordarle al cliente para qué lo contrató a uno y la inversión y el despelote que puede terminar armándose por poner a un programador a hacer servicio técnico.

¡Ayúdame Steve Jobs!

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